Que los jóvenes se expresan realmente mal no es solamente la opinión del grueso de la población de habla española. Lo considera así uno de los mayores expertos en lexicología, el director de la Real Academia Española de la Lengua(RAE), Víctor García de la Concha. Entre las múltiples soluciones que se proponen para paliar esta pobreza léxica? de los jóvenes hispanohablantes, surge un nuevo y valioso instrumento: el Diccionario del Estudiante.  “Nuestros jóvenes se expresan muy mal”, reitera Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española. “Y este diccionario, por sí solo, no va solucionar la situación, pero sí puede contribuir a mejorarla”. (ABC)

La idea de esta obra surgió por la convicción de la RAE de que el español aún no disponía de un diccionario de calidad dirigido a los niveles medios de enseñanza. Un equipo de nueve expertos, dirigido por Elena Zamora y asesorado por Manuel Seco autor del Diccionario del español actual-, ha dedicado 6 años a la elaboración de este diccionario dirigido a estudiantes de entre 12 y 18 años.

Víctor García de la Concha director de la Real Academia de la Lengua Española

Víctor García de la Concha

El esfuerzo llevado a cabo por la Academia es evidente: ha creado expresamente para este diccionario un banco de datos léxico y ha redactado “de primera mano” cada una de las definiciones que recoge, y se han estudiado los planes de estudio de todas las asignaturas de Secundaria y Bachillerato para satisfacer las necesidades de uso de los estudiantes.

Sin perder el rigor de la RAE el diccionario es visualmente más claro y sencillo de usar, la definición de cada palabra se acompaña de un claro ejemplo (impreso en cursiva) y de varios contenidos adicionales de indudable utilidad (sinónimos, preposiciones con las que suele combinarse la palabra estudiada, observaciones gramaticales… así, hasta más de 25 datos complementarios).

Este diccionario es el resultado de años de trabajo de la Real Academia y de las 21 academias de América y Filipinas que integran la Asociación de Academias de la Lengua Española. De ese trabajo conjunto se desprende uno de los objetivos de esta obra: facilitar la comprensión del español total.

CIENCIAS. Para que el diccionario sea realmente útil para todos los alumnos en cualquiera de sus cursos de Secundaria y Bachillerato, se ha incluido una buena cantidad de términos pertenecientes a las ciencias y las técnicas, siempre fijándose en los manuales que manejan en clase los estudiantes.

En sus más de 1.500 páginas, el Diccionario del Estudiante contiene palabras que van desde el ámbito más coloquial como «mogollón»- al más técnico y científico, pasando por vocablos, quizás, más desconocidos como «palimpsesto» o «dolomita».  Un aspecto a resaltar es que se han desechado voces caídas ya en desuso, aunque se han incorporado los términos correspondientes para designar realidades del pasado como «califato» o «encomendero».

Asimismo, el diccionario incluye una muestra significativa de vocablos del español en América que se han seleccionado de manera rigurosa atendiendo a tres condiciones: que figuren en el Diccionario de la Academia (DRAE), aunque no siempre consten allí con marca de americanismo; que sean usuales, y que están atestiguadas al menos en dos países americanos, de acuerdo con los datos del CREA. Esto permitirá a quienes lo consulten hacerse «una idea importante» de la lengua que se utiliza en el mundo hispánico, «más allá de las fronteras de cada país», dijo el secretario de la Asocicación de Academias de la Lengua Española, Humberto López Morales.
Pero, además de la evidente utilidad para consultar las definiciones de las palabras, el diccionario es la perfecta herramienta para los estudiantes por la información complementaria que adjunta en las últimas páginas. Se trata de tres apéndices: numerales, conjugación verbal (con todas las conjugaciones posibles) y ortografía (con todas las normas de uso de letras, de mayúsculas, de acentuación, puntuación y abreviaciones). Además, en las primas páginas, se explica de forma sencilla cómo sacar todo el partido posible a esta obra que acaba de ver la luz.

En cuanto a la presentación, el diccionario se ha confeccionado bajo una línea de diseño moderno y de tipografía clara que combina los colores azul y negro y en el cual aparecen resaltados los términos definidos y los símbolos con que se estructura la información en cada uno de ellos.

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El Diccionario Práctico del Estudiante

Las 30, 000 palabras que contiene el Diccionario Práctico del Estudiante son resultado de varias depuraciones y renovaciones.  Arranca del Diccionario de la Real Academia, con sus más de 88,000 entradas. De ahí nace el Diccionario Esencial de la Lengua Española, que mantiene sólo 54,000 palabras de uso actual comprobado.  El Diccionario del Estudiante se queda con 40,000, pero se dirige más al estudiante peninsular que al hispanoamericano.  Y llegamos al Diccionario Práctico del Estudiante, con sus 30,000 palabras y locuciones representativas del léxico vivo del español general e hispanoamericano.

Participaron todas las Academias de la Lengua, incluida la Puertorriqueña, con el objetivo de poner énfasis en las palabras generales de América.  Ejemplos son: “ameritar”, “agringarse” o “almorzar”, en su sentido de ‘comer la comida del mediodía’ (frente a ‘comer una comida por la mañana’, que es el uso peninsular).  No hace distinción de países particulares.

Se usó una base de datos de libros de textos de todas las materias, lo que asegura la actualidad y pertinencia de estas palabras en la vida estudiantil.  Por tanto, incluye palabras técnicas y científicas difundidas en los textos, como “ácaro”, “adrenalina” o “ántrax”, y otras correspondientes a ámbitos como la televisión, mitología, deportes y artes.

Este diccionario contiene indicaciones sobre las situaciones que hacen algunas palabras más adecuadas que otras.  Por ejemplo, tiene marca “infantil” la voz “caca”, para expresar que es propia de los niños, y “malsonante” la voz “mierda”, para restringir el uso en situaciones que exigen propiedad.  Sin salir de la coprolalia, está “eme”, con marca de “eufemismo”, en referencia de la susodicha (ejemplo: “¡Qué eme!”).  Otras marcas de uso son: coloquial, humorístico, jergal, despectivo, etc.

Para todas las palabras, excepto las malsonantes, se proveen ejemplos tomados del uso real, que ilustran las construcciones y combinaciones más regulares.  Como bien sabemos, los ejemplos son siempre una bendición.  Aquí, sin embargo, no pude resistir la tentación de la excepción arriba citada e hice una búsqueda que reveló un desliz lexicográfico…y me perdonan, porque al parecer este Diccionario me ha devuelto a mis años más pueriles… Resulta que la voz “culo” no tiene marca de “malsonante” y, por lo tanto, provee un ejemplo de uso: “El perro apoyó el culo sobre la almohada”.  Naturalmente, esto refleja el uso español y no el americano, en que no se recomendaría una frase tal a ningún estudiante.

El diccionario provee sinónimos y voces afines, que enriquecen el vocabulario, y también “Familias de palabras”.  Este último rasgo es novedoso y aporta a aumentar el caudal léxico: agrupa palabras relacionadas al final de los artículos: bajo “popular”, encontraremos “popularidad”, “populismo”, “populista”.

Se ofrece información complementaria sobre los significados, por ejemplo, a quién aplica una definición: en “certero”, se aclara “Dicho de persona: que actúa con acierto”.  También se aportan contornos o elementos necesarios para construir frases: una palabra puede exigir un complemento directo de persona y no de cosa.

Se incluyen extranjerismos, tanto adaptados al español como crudos.  También figuran locuciones latinas frecuentes, como “vox pópuli” o “sine qua non”, con aclaraciones de pronunciación.  Hay tres apéndices: numerales, conjugación verbal y ortografía.

Este Diccionario es portátil y atractivo.  El formato gráfico es agradable: es legible, despejado, y los lemas (palabras que se definen) están en azul, en vez del tradicional negro.  Esto atrae el ojo y evoca los “hiperenlaces” electrónicos, lo que puede entusiasmar a los jóvenes.  De igual modo, la información de uso está bien destacada.  La redacción es clara y comprensible.  Y el precio es muy bajo.  Ahora solo resta que nuestros estudiantes puertorriqueños lo sometan a prueba y nos cuenten su experiencia.

Por Maia Sherwood Droz y publicadas en la sección Lengua de la revista dominical del diario El Nuevo Día en San Juan de Puerto Rico.