Si la gran novela pertenece al siglo XIX, se puede afirmar con rotundidad que Rusia es el epicentro de sus mejores logros o, dicho de otra manera, Tolstoi y Dostoyevski son la cumbre novelística. Afirmar esto no supone ninguna originalidad, pero si uno lo hace tras la lectura de alguno de estos clásicos es que ha comprendido el peso que ejercen en la literatura.
Enfrentarse a las complejidades de un Dostoyevski mayor es una tarea que requiere esfuerzo y comprensión, mente abierta y posiciones nada rígidas para dejarse llevar por el fluir de personajes atormentados y muy elaborados, por historias que derrochan la pasión del carácter ruso que el autor tan bien conocía y supo describir. La recompensa a todo ello es haber penetrado y comprendido el alma humana con mucha mayor claridad -Nietzsche dijo que fue «el único psicólogo del que he podido aprender algo»-.
La última obra que dejó escrita Dostoyevski fue Los hermanos Karamázov, que aparece como el testamento literario de toda su obra, pues al decir de los críticos allí se encuentra la síntesis de su novelística, un compendio de novela social, psicológica y filosófica. Aún teniendo en cuenta que Los hermanos Karamázov es una obra maestra absoluta, con una fuerza tan arrebatadora que en ciertos momentos te paraliza al sentir que estas abrazando pasajes irrepetibles y sublimes, hay que tener en cuenta que Dostoyevski planeaba la ejecución de una continuación que complementara a ésta. La obra que vio la luz debía hacer comprensible la segunda donde Alexiéi, el héroe que nos anuncia en el prólogo, sería el protagonista casi absoluto aunque envuelto en las graves contradicciones karamazovianas. Pero como no podemos imaginar hasta dónde podía haber llegado si la muerte no le hubiera acaecido, hay que limitarse a indagar en todo aquello que dejó escrito.
Si en esta novela hay algo que se ha remarcado siempre es su creación de personajes y la profundidad psicológica entregada a cada una de sus creaciones,  que actúan como un verdadero manual caracteriológico. La actitud empática de Dostoyevski con sus personajes y su indudable dote narrativa nos permite compartir emociones y sentimientos hasta un punto inusual. La novela es principalmente la historia de un crimen, aunque yo diría más bien el estudio del carácter karamazoviano a raíz de un crimen familiar, ya que los tres hermanos son diversas representaciones, llenas de contradicciones y complejos, del carácter del pueblo ruso y como tales ejercen hasta el límite sus dudas filosófico-morales y religiosas ante los hechos. Dimitri representa el ser ingobernable, exaltado, irreflexivo, juerguista y jugador irredento pero a la vez el más sensual y sincero, capaz de comprender su culpa y expiarla; Alexiéi es quizás el de mayor profundidad ética, compasivo, generoso e infundido de misticismo; Iván es un alma racional e intelectual pero visiblemente atormentada por su ateísmo y poseído por una obsesión nihilista.
Dostoyevski nos habla en profundidad del castigo y la culpa, envuelto en reflexiones sobre religión y ateísmo. Y el alma Karamazoviana, tan complicada, es capaz de dar cabida a ambas y librarse en combate constante, como ocurre en personajes tan complejos como Dimitri e Iván. Esta obra avanza a través de estos personajes que se encuentran en una desgarradora y permanente dialéctica, enfrentándose a su destino. Si alguna vez la complejidad del alma humana ha sido mínimamente radiografiada en la literatura, fue Dostoyevski quien nos dio las mejores lecciones. Stefan Zweig dejó escrito en su breve biografía al referirse a los personajes de sus novelas que: «Dostoyevski sólo ama a sus hombres mientras sufren, mientras revisten la forma exaltada y antagónica de su propia vida, mientras son, como él, caos que pugna por convertirse en destino».
Los hermanos Karamázov contiene algunos momentos de una altura literaria y filosófica incuestionable, como toda la escena del clímax final en el juicio, como el tierno seguimiento de la muerte de Iliúshechka con su esperanzador final, o como las escenas de Iván con el diablo y su increíble relato titulado El gran Inquisidor que le sirve para replicar a su hermano en materia de religión, pero el conjunto global me hace pensar que después de esta lectura (y de Dostoyevski en concreto a quien pienso retornar) el listón queda a una altura infranqueable.
Reseña de Carlos.