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Forough Farrokhzad (1935-1967) fue una poeta y directora de cine iraní, considerada una de las más influyentes poetas femeninas del siglo XX. Acosada y vilipendiada por su actitud iconoclasta ante las rígidas tradiciones de su sociedad, su figura en Irán,  siempre ha estado unida a la polémica.

Nacida en Teherán en 1935 en el seno de una familia de clase media cuando Irán se abría a Occidente, bajo el férreo mandato del Sha Reza Palevi. Su padre el coronel Mohammad Bagher y su madre Touran Vaziri-Tabar era observantes de las tradiciones islámicas-persas, Forugh Farrojzad atendió la escuela hasta noveno grado y posteriormente fué transferida a una institución de artes manuales donde se enseñaba pintura y costura, artes apropiadas para una mujer en su cultura. A los 16 años contrajo matrimonio con un pariente 15 años mayor que ella, el aclamado satirista Parviz Shapour y al año siguiente dio a luz a su único hijo, Kaymar.

Las ideas de lucha por libertad de Farrojzad fueron determinasen en su pronto divorcio de su esposo un año después. Perdió la custodia de su hijo y nunca más pudo volver a verle. Su padre la repudió y le impidió volver a la casa familiar.

Tras su divorcio y la pérdida de su hijo, se introdujo en los círculos literarios y publicó su primer poemario, Cautiva. La vitalidad y fuerza de sus versos, la sinceridad, sencillez y transparencia de su visión de los hombres y de la vida sacudieron Teherán. El editor de la obra fue entonces arrestado y ella fue acusada de corromper a la sociedad con sus palabras. El acoso de la crítica y de la prensa ya nunca cesaría.

Siendo ella el foco de tanta atención negativa por parte de la prensa viaja durante nueve meses por Europa y regresa a Irán en busca de trabajo. Allí conoce  y establece una relación sentimental con el cineasta Ebrahim Golestan, con quien coincide en ideas que refuerzan su actitud independiente y de libre expresión. Sin embargo su vida independiente y libre siguió siendo motivo de escándalo en los cerrados cenáculos literarios y la prensa local.

Publica «El muro» (1956) y en 1958  su tercer poemario, «Rebelión«. El muro y Rebelión, expresan sus deseos, pasiones y sueños, y dan idea de la lucha y el atrevimiento a los que esta brillante poetisa tuvo que hacer frente.

En 1962 se produjo la primera película de Forugh, «La casa negra«, un breve documental sobre la leprosería de Tabriz, que algunos han comparado con «Tierra sin pan«, y que el crítico Mohsen Majmalbab definió como “la película más bella del cine iraní”. Esta película fue galardonada al año siguiente en el Festival de Mannheim (Alemania).

En 1964 publicó «Nuevo nacimiento«, un hito en la poesía persa contemporánea que refleja su emancipación y liberación de la tradición, tanto en el plano formal como personal. Dueña de una creatividad y personalidad anticonvencionales, la escritora-cineasta abre su abanico hacia la actuación teatral, al mismo tiempo que envía a las prensas el poemario último «Tengamos fe en el comienzo de la estación fría» (1966).

Murió el 14 de febrero de 1967, cuando el coche que conducía se estrelló contra un muro en circustancias no bien aclaradas, cuando preparaba el papel de una obra teatral. La temprana incursión en el mundo creativo se cerró con la pronta despedida de una personalidad descalificada por los sectores más conservadores de la sociedad iraní, admirada por escritores y cineastas de todo el mundo y emblema del feminismo en su país. En 1963 la UNESCO produjo una película sobre ella y Bernardo Bertolucci viajó a Teherán para entrevistarla y filmar un documental de 15 minutos sobre su vida.

Su poesía fue prohibida y censurada por más de una década luego de la revolución islámica. Su trabajo salvo un par de libros y fragmentos aislados no está traducido al castellano. Estas son algunas muestras de sus poemas:

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La rebelión

No me impongas el silencio
Tengo una historia para contar
Quítame esta cadena de los pies
Mi corazón es agitado por una pasión

Ven, hombre, egoísta, ven
Abre las rejas de esta jaula
Me hiciste prisionera de por vida
Libérame para mi último soplo

Soy ese pájaro
Que desde hace tiempo sueña el vuelo
Mi canto se hizo suspiro
En mi pesado corazón
Mis días huyeron en lamentos

No me impongas el silencio
Debo revelar mi secreto
Hacer oír a todo el mundo
El eco fulminante de mi poema

Ven a abrir la reja, para que vuele
Al cielo límpido de la poesía
Si me dejas volar
Seré una flor
En el jardín de la poesía

Mis labios se impregnan del azúcar de tu beso
Mi cuerpo retiene el olor de tu cuerpo

Mi mirada arroja sus chispas contenidas
Y mi corazón canta su dolor sangriento

Hombre egoísta
No digas
Tu poesía es una vergüenza

El espacio de una jaula es estrecho
Para el alma tomada de pasión
No digas que mi poesía es sólo pecado

Dame el vino de este pecado y esta vergüenza
Te dejaré el paraíso
Sus vírgenes y sus fuentes
Alójame en un rincón del infierno

Un libro, un lugar tranquilo, un poema, un silencio
Bastan para embriagarme de vida
Ninguna pena si el paraíso se me escapa
Otro también eterno habita mi corazón

Una noche que la luna danzaba despacio
En medio del cielo
Dormías y yo excitada con todos mis deseos
Tomé su cuerpo en mis manos

El viento del alba me daba mil besos
Y mil besos di al sol
Una noche en la prisión donde eras el guardián
Un beso hizo temblar mi existencia

Hombre, detén esta fábula del honor
La vergüenza me colmó de un placer delirante
El dios que me dotó de un corazón de poeta
Sabrá perdonarme

Ábreme la puerta
Para que me escape por el cielo límpido
Déjame volar
Y seré una flor en el jardín de la poesía

El pecado

He pecado, he pecado llena de placer
En un abrazo cálido
He pecado entre dos brazos de hierro
Ardientes y rencorosos

En ese lugar desierto, negro y silencioso
Vi sus ojos llenos de misterio
Sus ojos suplicantes
Y bajo el pecho se agitaba mi corazón

En ese lugar desierto, negro y silencioso
Temblando me he sentado cerca de él
Sus labios han derramado el deseo en mis labios
Y he olvidado el delirio de mi corazón

Al oído, le he contado esta historia:
Te quiero mi amor
Te quiero a ti y toda tu vitalidad
Te quiero amor mío hasta la locura

El deseo ha iluminado sus miradas
El vino rojo en el vaso se puso a danzar
Sobre la suavidad del lecho, mi cuerpo ebrio
Contra su cuerpo ha temblado

He pecado, he pecado llena de placer
Cerca de un cuerpo desvanecido y trémulo
Dios mío! no sé lo que hice
En ese lugar desierto, negro y silencioso

Obligación

Comemos vidas ajenas para vivir.
La difunta chuleta con el cadáver de la col.
El menú es una esquela.

Incluso las mejores personas
tienen que comerse algo muerto, digerir,
para que sus sensibles corazones
no dejen de latir.

Incluso los poetas más líricos.
incluso los ascetas más austeros
mastican y se tragan algo
que seguro que crecía por ahí.

Me cuesta conciliar esto con los buenos dioses.
A menos que, crédulos,
a menos que, inocentes,
todo su poder sobre la tierra se lo entregaran a la naturaleza.
Y es ésta, insensata, la que nos impone el hambre,
y ahí donde hay hambre
se acaba la inocencia.

Al hambre se le unen inmediatamente los sentidos:
el gusto, el olfato y el tacto, y la vista,
porque no es indiferente de qué alimentos se trata
y en qué platos van servidos.

Hasta el oído toma parte
en lo que sucede
porque en la mesa en muchas ocasiones se charla alegremente.

Reciprocidad

Hay catálogos de catálogos.
Hay poemas sobre poemas.
Hay obras de teatro sobre actores representadas por actores.
Cartas motivadas por cartas.
Palabras que sirven para explicar palabras.
Cerebros ocupados en estudiar el cerebro.
Hay tristezas contagiosas al igual que la risa.
Hay papeles que provienen de legajos de papeles.
Miradas vistas.
Casos declinados por caso.
Grandes ríos con gran participación de otros pequeños.
Bosques hasta sus bordes desbordados de bosque.
Máquinas destinadas a construir máquinas.
Sueños que de repente nos arrancan del sueño.
Salud necesaria para recuperar la salud.
Escaleras tan hacia abajo como hacia arriba.
Gafas para buscar gafas.
Inspiración y espiración de la respiración.
Y ojalá de vez en cuando
odio al odio.
Porque a fin de cuentas
lo que hay es ignorancia de la ignorancia
y manos ocupadas en lavarse las manos.

A mi propio poema

En el mejor de los casos
serás, mi querido poema, atentamente leído,
comentado y recordado.

En el peor de los casos
sólo leído.

Hay una tercera posibilidad:
aunque escrito,
un instante después arrojado a la papelera.

Puedes optar aún por utilizar una cuarta salida:
desaparecer no escrito
ronroneando satisfecho algo para tus adentros.

Hay quienes

Hay quienes llevan a cabo la vida más hábilmente.
Tienen orden en su interior y a su alrededor.
Para todo la manera y la respuesta adecuada.

Adivinan inmediatamente quién a quién, quién con quién,
con qué objetivo, por dónde.

Ponen el sello en las verdades absolutas,
arrojan a la trituradora los hechos innecesarios,
y a las personas desconocidas
a las carpetas destinadas a ellas de antemano.

Piensan justo lo debido
ni un segundo más,
porque tras ese segundo acecha la duda.

Y cuando los dan de baja de la existencia,
dejan su puesto
por la puerta señalada.

A veces los envidio
-afortunadamente se me pasa.

Estoy pensando que… Podría de pronto abrir las alas, volar fuera de esta silenciosa prisión, reír en la cara de mi carcelero y, junto a ti, empezar a vivir de nuevo.