‘Orgullo y prejuicio’ es tal vez uno de los trabajos literarios que más adaptaciones ha recibido en el mundo. Entre películas (la última de estas fue la realizada en 2005, protagonizada por Keira Knightley y Matthew Macfadyen), series de televisión (que, además de la obra, se han ocupado de la vida personal de Austen), al menos una novela erótica, un relato con zombies y un videojuego en Facebook (llamado ‘Jane Austen’s Rogues and Romances’), el libro de la autora inglesa es un clásico absoluto, rico en lenguaje, con una visión muy particular de un mundo dominado por una moral en el que la heroína, Elizabeth Bennet, se desenvuelve con una mezcla entre inteligencia y sentimentalismo.
El libro soporta una lectura costumbrista, si se quiere, una mirada a la construcción social de un momento histórico, pero también es una pieza literaria mayor en términos de diálogos, que resultan fluidos, entretenidos y que le otorgan una frescura única a la narración, que a la postre puede ser una de las razones por las cuales el relato ha soportado 200 años y cientos de adaptaciones en formatos tan disímiles como la novela erótica y los videojuegos.

Jane Austen autora inglesa

Jane Austen

‘Orgullo y prejuicio’ es tan especial como su autora, quien decidió rechazar la única propuesta de matrimonio que tuvo en su vida para conservar una libertad que le permitió dedicarse a escribir, un oficio impensable para las mujeres de un momento en el que el matrimonio y la procreación eran no sólo los fines deseables, sino los únicos. En cierto sentido, tanto la autora como la obra pueden ser vistas como una defensa de la inteligencia y el buen humor por encima de las disposiciones sociales.

Casi 200 años después de su muerte, la capacidad de la británica para reflejar la naturaleza humana sigue enganchando al público del siglo XXI como lo hiciera en el XIX. Austen actúa como una narradora casi invisible que, a través de su magnífico sentido del humor y de unos increíbles diálogos, permite que veamos cómo los protagonistas crecen, que seamos testigos de sus errores y aprendamos de las lecciones morales consecuencia de sus actos.

Lejos de esa literatura frívola y romántica que muchos aún ven en sus libros, cegados por los bailes de salón y el final feliz, Austen no pierde ocasión de dirigir más de una andanada contra las desigualdades de clase, la injusticia social o la subordinación femenina.

Feminista o no, romántica o cínica, todos coinciden en que Austen fue una incisiva observadora social, cuyos personajes siguen triunfando hoy en papel, pantalla grande y pequeña, formato digital y hasta en las redes sociales.