obeso_0En la década de los treinta hubo en el Caribe hispano una verdadera explosión literaria de la expresión a la cultura negra africana. Esta se desarrollo principalmente en la poesía. Algunos nombres destacados, entre otros, son Luis Palés Matos de Puerto Rico, Nicolás Guillén y Emilio Ballagas de Cuba, Manuel del Cabral de la República Dominicana, Andrés Eloy Blanco de Venezuela y Candelario Obeso de Colombia.

Obeso fue el primer poeta negro que logró editar un título en Colombia. Su literatura rescató los valores de la cultura de la costa atlántica colombiana, exaltando su región, mas no por ignorancia de otras literaturas, pues fue un hombre de vasta cultura.

«Nací humilde i soy fuerte…
Nací en un clima ardiente i el sol de mi patria se concentró en mi pecho… en mi lucha terrible con el mundo me dediqué al estudio i me apegué a la gloria. Mi haraposo vestido me alejó de las jentes. La terrible miseria en que he vivido, mi triste desamparo, la cutis de mi raza i de mi clima, rico en tantas grandezas, trajeron sobre mí tremendos desengaños…Soi pobre y nada temo”
—De Lecturas para ti
por Candelario Obeso

Nacido en Mompox el 12 de enero de 1849, cuando aún no se había liberado completamente a los esclavos en Colombia. Candelario Obeso vivió con su madre en una precaria situación económica. Hijo natural del abogado Eugenio María Obeso con la lavandera María de la Cruz Hernández, su pobreza no le impidió una buena educación y en los escasos 35 años de su vida fue militar, ingeniero, educador, periodista, y político, pero además legó a la posteridad una valiosa producción literaria, original y fecunda.

Mompox, la colonial ciudad a orillas del Magdalena, cuna de Candelario Obeso

Mompox, la colonial ciudad a orillas del Magdalena, cuna de Candelario Obeso

Realizó sus primeros estudios en el Colegio Pinillos de Mompox, pero debido a su cierre como consecuencia de la guerra de 1863, su educación fue encargada al profesor Pedro Salzedo del Villar. En 1866, a la edad de 17 años, Obeso remonta el río Magdalena hasta Honda y toma el camino a la capital, Bogotá, pues había obtenido una beca para estudiar en el colegio militar fundado por el general  Tomás Cipriano de Mosquera. Luego ingresó a la facultad de ingeniería de la Universidad Nacional y más tarde a la facultad de Derecho y Ciencias Políticas. De esta experiencia es el extenso poema Sotto Voce, que publicó en el periódico La Patria en 1879 del es el siguiente extracto:

Intacto el corazón, el alma pura
henchida de ternura
y de ilusiones cándidas repleta,
abandoné el hogar me lancé al mundo,
y niño pudibundo,
luché con sus injurias como atleta.

Lo recuerdo muy bien. Mi noble padre
y mi amorosa madre
sólo su santa bendición me dieron
entre llantos y congojas… De aquel día
mi infantil alegría
en tristeza los hados convirtieron.

El turbio Magdalena y majestuosoal impulso
impetuoso
de rápido vapor subí afligido
viva la imagen del hogar ausente.
¡Ay! Cuán indiferente
lo he subido después y lo he bajado!

O mirara las fértiles riberas,
o las nubes ligeras
do el porvenir adivinar creía,
mi ardiente corazón enajenado,
dulcemente halagado
por sus sueños de
gloria se sentía.

Lo mismo sucedióme cuando ufano,
Mi bordón en la mano,
veloz la planta a Bogotá moviendo
crucé descalzo el desigual camino
que… me trazó el destino,
y ya por siempre repasar pretendo.

En Bogotá, Obeso vivió una vida caracterizada por las angustias económicas y por constantes arrebatos de hedonismo. Juan de Dios Uribe, en El Microscopio, lo describe como un hombre que tenía la inocente vanidad de creerse amado por las mujeres, y esta preocupación le causó las más dolorosas contrariedades […] «Cada período de la vida de Obeso se señalaba por un romance singular que pronto era de dominio público». Otro de los versos del poema Sotto Voce muestra las dificultades económicas que padeció:

Llegado allí, por nadie conocido,
y harapos vestido,
larga pena sufrí, pobre estudiante;
pero esa vida miserable y dura
de mi actual desventura,
no vale ¡oh no!,
jamás un breve instante.

candelario-obesoObeso llevó una vida de constantes desplazamientos y ejerció variados oficios. Maestro de escuela en Sucre, segundo jefe del batallón de Cazadores en la guerra de 1876, tesorero municipal en Magangué, intérprete nacional en Panamá, y cónsul en Tous, Francia. Su permanencia en estos puestos fue efímera y, a diferencia de los escritores coetáneos, no desarrolló una carrera política importante.

Obeso fue víctima de los prejuicios raciales de la época. Una tarde se encontraba, con dos amigos, en el atrio de la catedral de la Plaza de Bolívar. El poeta estaba a gatas simulando un caballo y entonando coplas subidas de tono; uno de sus amigos iba a horcajadas encima de él y el otro le tiraba de la corbata. En ese momento pasó el político liberal Francisco Javier Zaldúa (eligido presidente en 1882) quien al ver la escena exclamó: “¡Es un macho negro!”. Obeso respondió:

¿Soy un macho negro?
¡Pues de ello me alegro!
Soy negro y soy macho,
como dice usted.
Y siempre prefierser un macho negro a ser
burro blanco
como su merced.
—De El negro Obeso, por Vicente Caballero. (1943)

En la capital, Obeso se incorpora al ambiente literario nacional. Poemas y artículos de su autoría, así como imitaciones y traducciones de poetas europeos, aparecieron en la prensa bogotana. En 1873, inicia una interesante producción en el periódico El Rocío, de propiedad del editor conservador Nicolás Pontón, con la publicación de varias de sus obras.

Las apariciones en El Rocío, permitieron que Obeso se codeara con lo más selecto del panorama literario nacional. Por las páginas del periódico desfilaban los poemas, ensayos y artículos de las más importantes figuras de las letras colombianas de la época. Rafael Pombo, Jorge Isaacs, Manuel María Madiedo, Antonio José Restrepo y Juan de Dios Uribe, entre otros, hacían parte del grupo de habituales colaboradores.

Políglota y polígrafo, Obeso tradujo el Othelo de Shakespeare y numerosas obras de Víctor Hugo, Byron, Musset, Longfellow y Tennyson, entre otros. Y aunque también escribió dramas, comedias, textos pedagógicos y dos novelas – La Familia Pigamalión y Las cosas del mundo -, su creación más significativa es sin duda alguna, Cantos populares de mi tierra, en la cual vertió toda la ternura, el lenguaje, la sensibilidad, la picardia, y el lirismo de su raza. Con estos Cantos, Candelario Obeso ganó el lugar destacadísimo que ya se le va reconociendo en la historia de la literatura colombiana. De este libro son estos poemas (***):

Canción del Boga Ausente
A los señores Rufino Cuervo y Miguel Antonio Caro

Qué trite que etá la noche,
La noche qué trite etá;
No hay en er cielo una etrella
Remá, remá.

La negra re mi arma mía,
Mientra yo brego en la má,
Bañao en suró por ella,
¿Qué hará? ¿Qué hará?

Tar vé por su zambo amao
Doriente sujpirará,
O tar vé ni me recuerda…
¡Llorá! ¡Llorá!

La jembras son como toro
Lo r’eta tierra ejgraciá;
Con acte se saca er peje
Der má, der má

Con acte se abranda er jierro,
Se roma la mapaná…
Cojtante y ficme?
laj pena!
No hay má, no hay má!…

Qué ejcura que etá la noche,
La noche quéejcura etá;
Asina ejcura é la ausencia
Bogá, bogá!

Cuento a mi ejposa (Dolora)


A mi distinguido amigo señor Pedro Londoño

«-Negra re mi vira
A ronde va?
Quérate en mi rancho
No te queje má;

Mira que me aflige
Tu infelicirá…
Oye mis arrullo
Palomita ama !

«-Mi palomo mío
Lo pecdí ya!
Reja que lamente
Suecte tan fatá;
No te ré cuirao
Mi infelicirá;
Vecme no reseo
Re ninguna amá …!

Eto lo recía
En noche pasá
A un mozo der pueblo
Ciecta ejconsolá. ..
Má a la pocas güerta,
A poquito e ná
Tuvo ciecta cosa
Como un sapo e hinchá!
Si ponemo en agua
Un granito e sá
Pronto se risuecve
Con facilirá
Nunca en la mujeres
Fué efertivo ná;
Toro en ella ej humo,
Toro farserá…!

Serenata
A mi amigo, señor V. Manrique

Ricen que hay guerra
Con lo cachacos (*),
Ya mí me chocan
Lo zambapalo…
Cuándo lo goros (**)
Sí fuí sordao
Pocque efendía
Mi humirde rancho…
Si acguno quiere
Trepacse en arto,
Buque ejcalera
Por otro lao…
Ya pasó er tiempo
Re loj ecla vos;
Somo hoy tan libre
Como lo branco. ..
Yo poc mi pacte
Cuando trabajo
Cómo en mi casa,
Re no, lo aguanto…
Mucho conojco,
Probe bardaos
Que han muecto e jambre
Rejpué re guapos…
¿Quieren la guerra
Con lo cachacos?
Yo no me muevo
Re aquí e mi rancho…
Si acguno intenta
Subí a lo arto,
Buque ejcalera
Poc otro lao!…

Obeso contribuyó a esclarecer la conciencia étnica americana y a replantear derroteros que desde la cultura y literatura europeas miraban al negro, desde el siglo XII, como objeto exótico. Sin embargo, como vimos, no fue esa la única arista importante de su obra

Candelario Obeso falleció el 3 de julio de 1884, a causa de una herida de bala en el abdomen; en los periódicos capitalinos el suceso apareció como un accidente, pero Juan de Dios Uribe desmiente esta versión: «A media noche se disparó en las entrañas una pistola Remington […] tomó la muerte por su propia mano». A pesar de su azarosa existencia, Obeso logró desarrollar una obra y estilo literario propios. Aunque desde 1873 colaboró con los periódicos y revistas más importantes de la capital, pasó desapercibido por la crítica; incluso la aparición, en 1877, de sus Cantos populares de mi tierra, no suscitó gran interés editorial. No fue sino hasta que en las primeras décadas del siglo XX los temas sobre las culturas africanas adquirieron importancia; en el campo literario se abrió el debate sobre la poesía negra. La obra de Candelario Obeso empezó a ser realmente objeto de atención y estudio por parte de la crítica.

«Saciado habrá los únicos rencores
De su alma grande y buena;
Él no era de los nobles y señores
Y el parangón de razas y colores
Fue su constante y maldecida pena”.

En la muerte de Candelario Obeso por 
Antonio José Restrepo,

«Alto y nervudo con; con los hombros pronunciados; el cuerpo derecho, casi vertical sobre el pavimento; el rostro huesoso y enjuto; los labios gruesos; la nariz chata sin ser aplastada; lo ojos pequeños y pardos, un poco salteados; la frente muy comprimida en las sienes, donde las arterias descubrían sus latidos; y adelante prominente, cónica, prolongada hacia arriba en forma de cápsula. Sobre la cabeza el cabello como un morrión, alto abundante, en anillos apretados; una lujosa cabellera de mulato”.

—De Intimo por Juan de Dios Uribe,

(*) Cachaco es el apelativo con que se conoce en la costa del Caribe colombiano a los habitantes del interior del país.

(**) Se refiere a los godos, nombre con que se conoce a los miembros del partido conservador en Colombia

(***) Obeso fue un sobresaliente poeta dialectal negrista; su obra en verso fue escrita en un intento de figuración de lengua dialectal, tal como la oyó entre los campesinos de las riberas del Magdalena. Abajo se incluyen versiones en castellano de estos poemas, por el propio autor.

Canción del boga ausente
A los señores Rufino Cuervo y Miguel Antonio Caro

Qué triste que está la noche;
La noche qué triste está,
No hay en el cielo una estrella.
¡Remá, remá!

La negra del alma mía,
Mientras yo briego en la mar ,
Bañado en sudor por ella,
¿Qué hará? ¿Qué hará?

Tal vez por su zambo amado
Doliente suspirará,
O tal vez ni me recuerda..,
¡Llorá! iLlorá!

Las hembras son como todo
Lo de esta tierra desgraciada;
¡Con arte se saca el pez
Del mar, del mar!…

Con arte se ablanda el hierro,
Se doma la mapaná…
¿Constantes, firmes? iLas penas!
No hay más, no hay más…

Qué oscura que está la noche,
La noche qué oscura está,
Asi de oscura es la ausencia.
Bogá, bogá!

Cuento a mi esposa (Dolora)
A mi distinguido amigo, señor Pedro Londoño

«-Negra de mi vida:
¿A dónde vas?
Quédate en mi rancho,
No te quejes más;

Mira que me aflige
Tu infelicidad…
¡Oye mis arrullos,
Palomita amada!…». 

«-¡Mi palomo mío
Lo perdí ya!…
Deja que lamente
Suerte tan fatal;

No te dé cuidado
Mi infelicidad;
Verme no deseo
De ninguno amada!…» 

Esto lo decía
En noche pasada
A un mozo del pueblo
Cierta desconsolada…

Mas a las pocas vueltas,
Al poquito de nada,
¡Tuvo cierta cosa
Como un sapo de hinchada!

Si ponemos en agua
Un granito de sal,
¡Pronto se disuelve
Con facilidad!…

Nunca en las mujeres
Fue efectivo nada;
¡Todo en ellas es humo,
Todo falsedad!…

Serenata
A mi amigo, señor V. Manrique

Dicen que hay guerra
Con los cachacos,
Ya mí me chocan
Los zambapalos…
Cuando los godos
Sí fui. soldado,
Porque defendía
Mi humilde rancho…
Si alguno quiere
Treparse a lo alto,
Que busque escalera
Por otro lado…
Ya pasó el tiempo
De los esclavos;
Somos hoy tan libres
Como los blancos…
Yo, por mi parte,
Cuando trabajo,
Como en mi casa;
Si no, me aguanto…
Muchos conozco,
Pobres baldados,
Que han muerto de hambre
Después de guapos…

¿Quieren la guerra
Con los cachacos?
Yo no me muevo
De aquí, de mi rancho…
Si alguno intenta
Subir a lo alto,
¡Busque escalera
Por otro lado!…