El pasado 13 de abril falleció Günter Grass, dramaturgo, ensayista, cuentista, poeta, escultor y artista. Günter Grass representó para muchos la voz de esa generación de jóvenes alemanes que alcanzaron mayoría de edad en la Segunda Guerra Mundial y cargaron con el peso de la culpa de sus padres por las atrocidades de los nazis.
Un intelectual de izquierda polémico que nunca cesó de confrontar a su país con su pasado nazi, dando origen en un libro a la literatura alemana de la postguerra. El semanario alemán Der Spiegel luego de publicarse en 1959 “El tambor de hojalata”, un éxito literario adaptado al cine, dijo que “sin las intervenciones de Grass en el debate público, Alemania sería otra Alemania”.
Después llegaron El gato y el ratón (1961) y Años de perro (1963) , obras con las que completa lo que se conoce como la Trilogía Danzig –en honor a su localidad de nacimiento, ahora en la ciudad polaca de Gdansk
Cuarenta años después de la publicación de El Tambor de hojalata, Gunter Grass recibió los dos más prestigiosos galardones en el ámbito de la literatura, el Nobel y el Príncipe de Asturias de las letras, en reconocimiento de su dilatada trayectoria como escritor.
Grass advirtió a sus compatriotas una y otra vez los peligros del racismo y siempre expresó temor hacia una Alemania que volviera a la senda que la llevó a los horrores del pasado. “No debe suceder que mis hijos o nietos tengan que sufrir el estigma de ser alemán”, dijo tras ganar el Nobel, “estos niños que nacieron después tienen su parte de responsabilidad para asegurar que estas cosas nunca vuelvan a suceder”, añadió.
Considerado una autoridad moral y política en Alemania Grass ayudó a revivir su cultura en una nación destruida, confundida y desilucionada luego de la Segunda Guerra Mundial. Su voz apoyó al discurso democrático de la postguerra. Respaldó la política del Partido Socialdemócrata (SPD) en tiempos del canciller Willy Brant, para luego apartarse por considerarlo demasiado centrista.
Posteriormente se manifestó contra el despliegue de misiles nucleares estadounidenses en Alemania, denunció la industria de las armas alemanas y renunció al Partido Socialdemócrata, a la Academia de Artes de Berlín y la Iglesia Luterana. Llamó a la Iglesia Luterana y las jerarquías católicas «cómplices morales» del nazismo.
Defensor de la Cuba de Fidel Castro, abrazó a Nicaragua sandinista en los ochentas. Sin embargo, se describió a sí mismo como un oponente de la revolucióny denunció la represión en los países del bloque soviético así como los gobiernos dirigidos por religiosos fundamentalistas. Su crítica se acompañó a menudo de denuncias de Occidental, y especialmente el conservatismo alemán y el capitalismo.
Al oponerse a la primera guerra del Golfo Pérsico, por ejemplo, se centró su ira en su propio país, acusando a las empresas alemanas de armar el dictador iraquí Saddam Hussein. “Otra vez son los alemanes los que están produciendo gases mortales, esta vez no por nacionalismo ni por neonazismo, sino por la incontrolada codicia por beneficios económicos”, dijo en una entrevista a la televisión.
Después de la caída del muro de Berlín se manifestó en contra de una Alemania unificada. en razón de que un pueblo responsable por el Holocausto perdió ese derecho. “Las condiciones para el horror, aparte de otros viejos sentimientos, fue una Alemania unida y fuerte”, sugiriendo que Alemania Oriental y Occidental permanecen separados durante un tiempo y luego se unen a una confederación de estados de habla alemana.
Pero esa imagen moral se vió resquebrajada cuando publicó Pelando la cebolla (2006), su libro de memorias, en el cual reveló que durante su adolescencia sirvió en las Waffen-SS, la conocida organización paramilitar de Adolfo Hitler. Grass reveló que “lo que había aceptado con orgullo estúpido de juventud, lo quise ocultar después de la guerra por ese recurrente sentimiento de vergüenza”, escribió, “pero la carga emocional se mantuvo y nada podía aliviarla”.
En el 2012 volvió a recibir fuertes críticas y fue declarado persona no grata en Israel luego de la publicación del poema en prosa, Lo que hay que decir, que describe “la hipocresía de Occidente”, por el programa nuclear de Israel, país al que calificó de amenaza a “la ya frágil paz mundial” por su beligerancia contra Irán. Ante los ataques personales del primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu, Grass respondió que su crítica “no es contra el país sino contra el gobierno”.
Pero esto no bastó para que no cesara de expresar lo que sentía, en noviembre del 2013, Grass acusó de “cobardía política” a la canciller Angela Merkel por su reacción al espionaje estadounidense y pidió que Alemania diera asilo al informante Edward Snowden.
El controversial poema (versión en Español, Inglés y el original en Alemán)
Lo que debe decirse
Por qué guardo silencio, demasiado tiempo,
sobre lo que es manifiesto y se utilizaba
en juegos de guerra a cuyo final, supervivientes,
solo acabamos como notas a pie de página.
Es el supuesto derecho a un ataque preventivo
el que podría exterminar al pueblo iraní,
subyugado y conducido al júbilo organizado
por un fanfarrón,
porque en su jurisdicción se sospecha
la fabricación de una bomba atómica.
Pero ¿por qué me prohíbo nombrar
a ese otro país en el que
desde hace años —aunque mantenido en secreto—
se dispone de un creciente potencial nuclear,
fuera de control, ya que
es inaccesible a toda inspección?
El silencio general sobre ese hecho,
al que se ha sometido mi propio silencio,
lo siento como gravosa mentira
y coacción que amenaza castigar
en cuanto no se respeta;
“antisemitismo” se llama la condena.
Ahora, sin embargo, porque mi país,
alcanzado y llamado a capítulo una y otra vez
por crímenes muy propios
sin parangón alguno,
de nuevo y de forma rutinaria, aunque
enseguida calificada de reparación,
va a entregar a Israel otro submarino cuya especialidad
es dirigir ojivas aniquiladoras
hacia donde no se ha probado
la existencia de una sola bomba,
aunque se quiera aportar como prueba el temor…
digo lo que hay que decir.
¿Por qué he callado hasta ahora?
Porque creía que mi origen,
marcado por un estigma imborrable,
me prohibía atribuir ese hecho, como evidente,
al país de Israel, al que estoy unido
y quiero seguir estándolo.
¿Por qué solo ahora lo digo,
envejecido y con mi última tinta:
Israel, potencia nuclear, pone en peligro
una paz mundial ya de por sí quebradiza?
Porque hay que decir
lo que mañana podría ser demasiado tarde,
y porque —suficientemente incriminados como alemanes—
podríamos ser cómplices de un crimen
que es previsible, por lo que nuestra parte de culpa
no podría extinguirse
con ninguna de las excusas habituales.
Lo admito: no sigo callando
porque estoy harto
de la hipocresía de Occidente; cabe esperar además
que muchos se liberen del silencio, exijan
al causante de ese peligro visible que renuncie
al uso de la fuerza e insistan también
en que los gobiernos de ambos países permitan
el control permanente y sin trabas
por una instancia internacional
del potencial nuclear israelí
y de las instalaciones nucleares iraníes.
Solo así podremos ayudar a todos, israelíes y palestinos,
más aún, a todos los seres humanos que en esa región
ocupada por la demencia
viven enemistados codo con codo,
odiándose mutuamente,
y en definitiva también ayudarnos.
Traducción de Miguel Sáenz.
El texto original en alemán se publicó en el diario Süddeutsche Zeitung.
What Must Be Said
By Günter Grass, April, 2012
Why do I stay silent, conceal for too long
What clearly is and has been
Practiced in war games, at the end of which we as survivors
Are at best footnotes.
It is the alleged right to first strike
That could annihilate the Iranian people–
Enslaved by a loud-mouth
And guided to organized jubilation–
Because in their territory,
It is suspected, an atom bomb is being built.
Yet why do I forbid myself
To name that other country
In which, for years, even if secretly,
There has been a growing nuclear potential at hand
But beyond control, because no testing is available?
The universal concealment of these facts,
To which my silence subordinated itself,
I sense as incriminating lies
And force–the punishment is promised
As soon as it is ignored;
The verdict of «anti-Semitism» is familiar.
Now, though, because in my country
Which from time to time has sought and confronted
The very crime
That is without compare
In turn on a purely commercial basis, if also
With nimble lips calling it a reparation, declares
A further U-boat should be delivered to Israel,
Whose specialty consists of guiding all-destroying warheads to where the existence
Of a single atomic bomb is unproven,
But through fear of what may be conclusive,
I say what must be said.
Why though have I stayed silent until now?
Because I think my origin,
Which has never been affected by this obliterating flaw,
Forbids this fact to be expected as pronounced truth
Of the country of Israel, to which I am bound
And wish to stay bound.
Why do I say only now,
Aged and with my last ink,
That the nuclear power of Israel endangers
The already fragile world peace?
Because it must be said
What even tomorrow may be too late to say;
Also because we–as Germans burdened enough–
Could be the suppliers to a crime
That is foreseeable, wherefore our complicity
Could not be redeemed through any of the usual excuses.
And granted: I am silent no longer
Because I am tired of the hypocrisy
Of the West; in addition to which it is to be hoped
That this will free many from silence,
Prompt the perpetrator of the recognized danger
To renounce violence and
Likewise insist
That an unhindered and permanent control
Of the Israeli nuclear potential
And the Iranian nuclear sites
Be authorized through an international agency
Of the governments of both countries.
Only this way are all, the Israelis and Palestinians,
Even more, all people, that in this
Region occupied by mania
Live cheek by jowl among enemies,
In the end also to help us.
Translated by Heather Horn.
Was gesagt werden muss
Von Günter Grass
Warum schweige ich, verschweige zu lange,
was offensichtlich ist und in Planspielen
geübt wurde, an deren Ende als Überlebende
wir allenfalls Fußnoten sind.
Es ist das behauptete Recht auf den Erstschlag,
der das von einem Maulhelden unterjochte
und zum organisierten Jubel gelenkte
iranische Volk auslöschen könnte,
weil in dessen Machtbereich der Bau
einer Atombombe vermutet wird.
Doch warum untersage ich mir,
jenes andere Land beim Namen zu nennen,
in dem seit Jahren – wenn auch geheimgehalten –
ein wachsend nukleares Potential verfügbar
aber außer Kontrolle, weil keiner Prüfung
zugänglich ist?
Das allgemeine Verschweigen dieses Tatbestandes,
dem sich mein Schweigen untergeordnet hat,
empfinde ich als belastende Lüge
und Zwang, der Strafe in Aussicht stellt,
sobald er mißachtet wird;
das Verdikt ‘Antisemitismus’ ist geläufig.
Jetzt aber, weil aus meinem Land,
das von ureigenen Verbrechen,
die ohne Vergleich sind,
Mal um Mal eingeholt und zur Rede gestellt wird,
wiederum und rein geschäftsmäßig, wenn auch
mit flinker Lippe als Wiedergutmachung deklariert,
ein weiteres U-Boot nach Israel
geliefert werden soll, dessen Spezialität
darin besteht, allesvernichtende Sprengköpfe
dorthin lenken zu können, wo die Existenz
einer einzigen Atombombe unbewiesen ist,
doch als Befürchtung von Beweiskraft sein will,
sage ich, was gesagt werden muß.
Warum aber schwieg ich bislang?
Weil ich meinte, meine Herkunft,
die von nie zu tilgendem Makel behaftet ist,
verbiete, diese Tatsache als ausgesprochene Wahrheit
dem Land Israel, dem ich verbunden bin
und bleiben will, zuzumuten.
Warum sage ich jetzt erst,
gealtert und mit letzter Tinte:
Die Atommacht Israel gefährdet
den ohnehin brüchigen Weltfrieden?
Weil gesagt werden muß,
was schon morgen zu spät sein könnte;
auch weil wir – als Deutsche belastet genug –
Zulieferer eines Verbrechens werden könnten,
das voraussehbar ist, weshalb unsere Mitschuld
durch keine der üblichen Ausreden
zu tilgen wäre.
Und zugegeben: ich schweige nicht mehr,
weil ich der Heuchelei des Westens
überdrüssig bin; zudem ist zu hoffen,
es mögen sich viele vom Schweigen befreien,
den Verursacher der erkennbaren Gefahr
zum Verzicht auf Gewalt auffordern und
gleichfalls darauf bestehen,
daß eine unbehinderte und permanente Kontrolle
des israelischen atomaren Potentials
und der iranischen Atomanlagen
durch eine internationale Instanz
von den Regierungen beider Länder zugelassen wird.
Nur so ist allen, den Israelis und Palästinensern,
mehr noch, allen Menschen, die in dieser
vom Wahn okkupierten Region
dicht bei dicht verfeindet leben
und letztlich auch uns zu helfen.
Biografía
Hijo de Wilhelm Grass, protestante, y de Helene Grass, católica de origen polaco. Tuvo una hermana nacida en 1930. Su humilde familia regentaba una diminuta tienda de ultramarinos en Langfuhr, población a las afueras de Danzig.
Desde niño mostró talento para el dibujo y la escritura, por eso decidió convertirse en artista. En su adolescencia militó en las Juventudes Hitlerianas, hecho que causó gran controversia cuando se hizo público. Participó en las Schutzstaffel (SS), y con 15 años, imbuido de un patriotismo «irracional», y también por las estrecheces asfixiantes de su hogar paterno, le animaron a presentarse como voluntario a la Marina, que lo rechazó; dos años después, su quinta, la de 1927, fue llamada a filas. Sirvió en la fuerza aérea alemana durante la II Guerra Mundial. Poco antes de finalizar la guerra resultó herido en el frente, cerca de Berlín; fue capturado por tropas estadounidenses y encarcelado. Tras su liberación en 1946, trabajó como labrador y minero.
Posteriormente cursó estudios en la Academia de Artes de Düsseldorf y en la Academia de Bellas Artes de Berlín. Las primeras obras que escribió fueron unas piezas dramáticas, Die bösen Köche (1956), Onkel, Onkel (1957) y Hochwasser (1958) con mala acogida como las siguientes obras que las siguieron. En la década de los 50 viajó por Italia, Francia y España, e inició una carrera poética. Su primer libro fue Las ventajas de las gallinas de viento, publicado en 1956, año en el que fijó su residencia en París,
Fue miembro del denominado Grupo 47, grupo de críticos e intelectuales que desempeñó un papel esencial en la literatura alemana. Grass alcanzó fama mundial con la publicación de su primera novela El tambor de hojalata (1959) la cual cambió radicalmente la vida de su autor y por el cual tuvo que comparecer ante los tribunales acusado de pornógrafo. De la noche a la mañana se convirtió en la sensación literaria en Alemania y poco después también en otros países: en 1962 en Francia y en 1963 en Estados Unidos donde unas cien extensas reseñas «desde Boston hasta San Diego» lo pusieron por las nubes; un crítico lo calificó sin vacilar ya en 1963 de «Nobel prize stuff». Autor de otras novelas como: El gato y el ratón (1961), Años de perro (1963), que junto a El tambor de hojalata constituyen la denominada trilogía de Danzig. En 1966 vio la luz su obra teatral más importante, Los plebeyos ensayan la rebelión. En los 70 viajó por Asia y América, se dedicó al grabado y la litografía, escribió numerosos ensayos y la novela El rodaballo (1977). En 1980 escribe Partos mentales y se centró en el dibujo; su principal obra literaria de esa década fue La ratesa (1986), una novela apocalíptica. En 1986 se trasladó a la India donde escribió Sacar la lengua (1988).
En sus escritos se mezclan el realismo, lo macabro y el simbolismo como base de la culpabilidad colectiva. Ha ofrecido algunas veces su apoyo al Partido Socialdemócrata. Sus escritos políticos están recogidos en varios libros como Alemania una unificación insensata (1989), Malos presagios (1992) o Discurso de la pérdida: sobre el declinar de la cultura en la Alemania unida (1993). Contó con detalle en Pelando la cebolla (2006), un libro casi completamente autobiográfico, su pertenencia a las SS. Su última obra publicada, Die Box en 2008, fue una novela autobiográfica, y en octubre de 2012, coincidiendo con su 85 cumpleaños, publicó el poemario titulado Eintagsfliegen.
De 1983 a 1986, ocupó la presidencia de la Academia de las Artes de Berlín. Fue galardonado con el Premio Nobel de literatura en el año 1999. La proclamación del premio coincidió con el estreno del nuevo secretario permanente de la Academia Sueca Horace Engdahl que señaló que el premio era para un autor que «con vivas fábulas negras ha dibujado el rostro oculto de la historia». También fue galardonado por el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 1999.
Contrajo matrimonio con la organista Ute Grunert. Divorciado en 1978, se volvió a casar en 1979. Günter Grass falleció el lunes 13 de abril de 2015, a los 87 años, en un hospital de la ciudad de Lübecker, (Alemania).