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La escritora Lou Andreas Salomé (1861) fue una mujer excepcional, heterodoxa para los patrones culturales y morales de su tiempo, cuya vida en cierto modo, es anticipadora del movimiento de liberación de la mujer. Aunque para la mayoría es simplemente  la mujer que con su belleza, inteligencia y enigmática personalidad cautivó al filósofo alemán Nietzsche.

De acuerdo con la biografía escrita por Francoise Giroud, Lou Andreas Salomé es una «bellísima mujer de inteligencia superior», ante la cual los tres grandes personajes de la cultura europea su época: Nietzsche, Rilke y Freud, sucumbieron ante su encanto, su lucidez y su amistad. Giroud propone a Salomé como el prototipo de la mujer con plena libertad creadora e independencia de pensamiento de la Europa de principios del siglo XX.

Salomé  hija de una familia originaria de Francia que emigró a San Petersburgo por la expulsión de los hugonotes. Su padre, entusiasmado por la victoria rusa sobre Napoleón Bonaparte, abraza la carrera militar y el Zar Nicolás I lo eleva a la aristocracia para compensar su comportamiento ante la insurrección polaca de 1830.

Salome21Lou nace en una época marcada de extraordinarios acontecimientos históricos como la decadencia de la Rusia zarista hasta el surgimiento del nazismo en Alemania. Durante su infancia, tiene acceso a una excelente educación y de muy joven se interesó por la literatura y la filosofía. Su guía espiritual fue Hendrick Guillot, pastor de la embajada holandesa en San Petersburgo, orador, liberal, culto y escéptico, con quien conoce la historia de las religiones, las sociedades primitivas, el simbolismo y la lógica metafísica.

Guillot, 25 años mayor, casado y con hijos, disuelve su matrimonio con la esperanza de unirse a su alumna, quien lo rechaza y luego de la muerte de su padre, se radica con su madre en Zurich por un tiempo. El clima de esta ciudad afecta sus pulmones y en el invierno de 1881 viaja con su madre a Roma donde son acogidas por Malwida von Meysenburg, amiga de su familia. Autoconformista y liberal, es fascinada con la capacidad intelectual de Lou con la que inmediatamente se identifica viéndola como una continuación de su vida.

Con ella es introducida en el círculo intelectual y conoce a Paul Rée, quien le habla del amigo suyo a quien admiraba, Friedrich, ambos  ateos y seguidores de Schopenhauer. Rée mantiene correspondencia con Nietzsche hablándole de los maravillosos diálogos que sostenía con Lou Andreas e invitándole para que formara parte de esta vivencia. Esto despertó la curiosidad del filósofo quien la fue idealizando. En su correspondencia indicó sus deseos de contar con una persona joven a su lado que le ayudara en sus dictados pues estaba perdiendo la vista. «Necesito a una persona joven cerca de mí, que sea suficientemente inteligente e instruida para poder trabajar conmigo».  Además quien pudiera reemplazar a su hermana que era la persona que cuidaba de el.

Una mañana, en San Pedro, mientras Rée trabajaba dentro de un confesionario, Nietzsche se apareció en Roma y al verla se le acerco y le preguntó: “¿En virtud de qué estrellas hemos ido a encontrarnos los dos aquí?” A los pocos días Friedrich Nietzsche le propuso matrimonio, confiando en la mediación de Reé, sin sospechar que Rée le había hecho la misma propuesta con anterioridad.

Ella dijo no a ambos, sus aspiraciones no involucraban el matrimonio, algo poco común en las mujeres de esa época. En su biografía escribe que su sueño era «una agradable estancia de trabajo, llena de libros y flores, flanqueada por dos dormitorios y, moviéndose de aquí para allá entre nosotros, compañeros de trabajo, unidos en un círculo ameno y serio». Ya lo había planeado con Rée, pero ante un tercero la idea se complica. Para Nietzsche este plan simplificaba la situación y el filósofo se entusiasma con formar un plan de trabajo y de estudio y compartir una vivienda quizás en Viena o París  e invitar a la madre de Lou o a su hermana por cuestiones de decoro. Esta alianza intelectual respondía al gusto de Lou, quien en realidad estaba más interesada en vivencias intelectuales o espirituales que en la parte física de esta convivencia.

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Famosa foto de Jules Bonet. Lou amenazadora con un látigo, mientras Nietzsche y Rée tiran del carro.

La trinidad intelectual no funcionó. En el viaje de regreso pasan por el Monte Sacro y Nietzsche tuvo la oportunidad de pasear a solas con Lou en el camino conducía hacia la cima; más tarde Nietzsche se acordará de esto como de un suceso sagrado, lleno de esperanzas que nunca llegaron, lleno de promesas que nunca se cumplieron. No se sabe que ocurrió, Salomé más tarde dice a un amigo «No recuerdo ya si besé a Nietzsche en Monte Sacro»

Lo cierto es que el enamoramiento de los dos filósofos, los celos de Rée, las intenciones personales de Nietzsche, la determinación de mantener una relación espiritual e intelectual de Salomé y una fuerte disputa entre Elisabeth, hermana de Nietssche y Lou, acaban con esta trinidad.  La separación de Lou fue muy dolorosa para Nietzsche, quien se sintió traicionado y humillado pues aquel trío en que había puesto grandes esperanzas y que le había proporcionado una especial energía, se disolvió en una madeja de equívocos.

El filósofo abandona Alemania, se refugia en Rapallo y durante ese invierno nación su obra maestra «Así habló Zaratustra», obra filosófica en el que logra sublimar esa atracción y que nace como fruto del desengaño y frustración de esa amor imposible. La obra lo salvó temporalmente de la locura durante unos años, pero a partir de 1889 su locura sería irreversible y moriría dos años después.

Frederic Nietzsche ha pasado a la historia como el gran misógino, Lou convive en Berlín con Rée por cinco años pero se separan debido a las peticiones de casamiento por parte de el. En la historia de las ideas Rée, pasó a ser una figura secundaria a través de su amistad con Friedrich Nietzsche; Rée reunió sus estudios bajo el título de «Observaciones  sicológicas» donde describe la naturaleza humana a través de aforismos literarios y exégesis religiosas. Rée Murió al caer del desfiladero de Charmadüra en las montañas suizas cerca de Celerian el 28 de octubre de 1901 en extrañas circunstancias. Se ha especulado sobre su muerte como un suicidio pues se dice que en ese lugar Lou Salomé lo había rechazado veinte años antes.

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Lou Salomé y su esposo, el doctor Friedrich-Carl Andreas

Lou Salomé se casó en 1887 con el médico, lingüista y catedrático del instituto de lenguas orientales, el alemán Friedrich-Carl Andreas con quien vivió muchos años y con el cual nunca tuvo relaciones sexuales. Carl Andreas logró el anhelado si intentando suicidarse ante los ojos de su amada. «Con ademán pausado, cogió la navaja y se la clavó en el pecho», describe ella misma en su biografía la sangre derramada que los uniría para siempre.

Permanecieron casados cerca de 43 años, pero el doctor Andreas jamás la poseyó fisicamente. Lou permaneció virgen  hasta los treinta años, y tuvo relaciones con otros hombres. Posteriormente en la ciudad de Munich se encontrará con el poeta Rainer Maria Rilke con quien compartirá viajes por Europa y una importante correspondencia.  En 1911 conocerá a Sigmund Freud. Este último siempre admiró tanto la belleza como la inteligencia de Lou Andreas Salomé. Freud le invitaría a muchas de sus reuniones psicoanalíticas y escucharía muy atentamente sus planteamientos. A partir del año 1933 Lou Andreas Salomé asiste con horror a la llegada del nazismo. Lou moriría algo más tarde en el año 1937 en una Europa al borde de la guerra.

SalomeAnaïs Nin la consideró como «la primera mujer moderna». Lou Salomé fue la primera mujer que tuvo acceso a tertulias vedadas para su género. Conoció la bohemia de París, Berlín y Viena.  Su personalidad, intelecto, impulso vital y belleza sedujo a los intelectuales de su época, Freud reconoció en ella su «alegría a toda prueba». Descrita en la biografía de Stéphane Michaud como «dueña de un impulso vital, audaz y ciego». Su ánimo contagioso atrajo a muchos con los que tejía relaciones con rapidez; las mismas que rompía con una brutalidad intempestiva «¿Por qué mis actos más espontáneos han provocado tanta desdicha?» se preguntaba.

Su vida provoca sentimientos encontrados. Su libertad, alegría, seducción contrasta con su inconstancia, incapacidad de vínculo permanente, cierta crueldad y frialdad. Una mujer de sexualidad anómala, jamás se sintió madre, ni amante. Sus aventuras fueron múltiples, y en ella era la vida intelectual la que despertaba sus sentimientos amorosos. «Doy las gracias a quien tiene el poder de hacerme amar» escribió en varias ocasiones.