El jugador Víctor Cruz, estrella de los New York Giants, desveló en su autobiografía «Out of the blue», traducida al español como «Momento de Gloria«, el duro camino que ha tenido que recorrer, plagado de obstáculos, antes de llegar a lo más alto en el deporte profesional.
«A los aficionados al fútbol les puede parecer que surgí de la nada en 2011, pero mi camino fue largo. Perdí familia, amigos, y en muchas ocasiones, mi propia senda», escribe Cruz, de origen puertorriqueño, en las páginas del libro, que salió hoy a la venta.
Sin embargo, unas cuantas líneas después, el deportista, que contribuyó a que los Giants se convirtieran en campeones del Super Bowl el año pasado, señala que «lo más importante en avanzar no es tanto cómo llegas allí, sino lo que el viaje te enseña: no puedes esperar tu oportunidad, ni suponerla. Tienes que ganarla».
En esta biografía, escrita en colaboración con el periodista Peter Schrager, Cruz, de 25 años, rememora su infancia, transcurrida en Paterson (Nueva Jersey), «donde no era inusual escuchar tiroteos en las calles», y su estrecha relación con su madre y sus abuelos, quienes le «mantuvieron en el camino correcto, aunque requiriera sacrificio».
Asimismo, en estas memorias, destaca el papel que en su vida tuvo la relación con su padre, a quien conoció cuando contaba siete años y que se suicidó cuando tenía veinte, seis meses antes de que su abuelo muriera de cáncer de próstata.
El receptor, famoso por introducir la salsa como una forma de celebración en el fútbol americano al festejar cada anotación bailando unos pasos, recuerda de su época de estudiante que fue expulsado de dos colegios por sus bajas calificaciones y que tuvo que repetir hasta en seis ocasiones la prueba de acceso a la Universidad de Masschusetts, en cuyo equipo jugó al fútbol.
Además, recoge cómo en el 2010 fue ignorado en el proceso de reclutamiento llevado a cabo por la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL), por lo que pasó «un fin de semana sentado, en pantalón corto y camiseta, con el entrenador, mirando fijamente un teléfono que nunca sonó».
Sin embargo, no todo son escollos y sinsabores en la biografía de Cruz, quien también relata cómo conoció a su novia, Elaina, y consigna el nacimiento de su hija, Kennedy Ryan, ocurrido tan sólo dieciséis horas después de que protagonizara con los Giants una importante victoria futbolística.
Así pues, el camino recorrido por Cruz es mucho más largo que la carrera de 1.356 yardas con la que batió un récord en el terreno de juego, y, según sus palabras, se trata de un trayecto que lo ha conducido hasta su «oportunidad» y a «jugar para ganar».